Fundadora, Bergamo 1801 – 1852
Teresa nació en Bergamo, sus padres fueron Grumelli y Verzeri, en 1801 es la primera de los siete hijos de una familia que vive la vida cristiana radicalmente. Desde niño demostró algunas cualidades de carácter, que serán decisivas para su vida futura: temperamento alegre y animado, independiente y emprendedor, pero sobre todo muy reflexivo, ella pronto tendrá la gracia de ser guiado por un sacerdote santo, Monseñor Giuseppe Benaglio, que será no sólo su guía espiritual, sino también el cofundador de la futura Congregación de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús.
En la juventud, siente el llamado a la vida consagrada e intenta responder entrando en el monasterio benedictino de Santa Grata, en la ciudad alta. – La incertidumbre subyacente que acompaña a Teresa está en no saber cómo seguirLo, cómo responder a Él, sea en la vida de clausura o en la vida apostólica.
El 8 de febrero de 1831, Teresa llegó al Gromo, en el Alto Bergamo, cerca de la catedral y dió inicio oficial a la obra, que recibió el nombre de Congregación “Hijas del Sagrado Corazón de Jesús”. En poco tiempo, el número de mujeres jóvenes asistidas en el Gromo aumentó. A pesar de las críticas y calumnias, el trabajo se expande en las áreas de Bergamo y Brescia, hasta llegar, en los años siguientes, en Lugano, S. Angelo Lodigiano, Darfo, Breno, Trento y Rovereto, Roma y Arpino en el Lacio, Recanati en el Marche. En todas partes la caridad se transforma en actividades educativas y asistenciales al servicio de los más necesitados, en una laboriosidad sorprendente hasta su muerte en 1852.
Tres aspectos de la personalidad de Teresa:
– mujer
– experiencia espiritual
– pensamiento educativo
La mujer
La iconografía de esta mujer determinada y fuerte la lleva con dos rasgos muy elocuentes:
– rostro intenso, en el que brillan dos ojos penetrantes, que miran hacia la distancia;
– manos que sostienen un libro, índice de una mujer acostumbrada a la lectura y escritura, al pensamiento teológico-espiritual de alto perfil doctrinal, acompañado de sabiduría pedagógica y cultura refinada.
Acostumbrada a la fineza del pensamiento y a los gestos de una familia noble, Teresa está abierta a los desafíos de su tiempo: enfrenta con determinación las dificultades de su tarea de liderazgo, convencida de que “con Dios nada es difícil” (1835); “El amor por Dios -le dice- supera todos los obstáculos y supera los miedos”.
Corazón en la actitud cotidiana de hacer la voluntad de Dios, en la experiencia benedictina de clausura, se siente desafiada por los desafíos de su tiempo y decide, con el Arzobispo Benaglio, dar vida a una obra que expresa consagración en dedicación a aquellos que manifestaron una necesidad material y, sobre todo, espiritual.
Corajosa al defender su Congregación en las numerosas dificultades que surgen en la Sociedad, no sólo civiles, sino también religiosas, se mueve con libertad hasta para las Autoridades Eclesiásticas y abre y cierra las Comunidades Religiosas como bien ve en el Señor.
Ella es una mujer capaz y responsable, inteligente y autónoma, virtudes que son generosamente reconocidas, aún vivas, por el Papa Gregorio XVI.
La experiencia espiritual
Teresa es definida por Don Divo Barsotti, maestra de espiritu. En el siglo XVII, los franceses del siglo XVII (Francesco di Sales, Giovanna Francesca de Chantal, Vincenzo de ‘Paoli), enfatizan cómo Teresa construye una sociedad que se funda en la espiritualidad española del siglo XVI (Teresa de Ávila, Ignacio de Loyola, Juan de Ávila) la vida en que el amor a Dios y el amor por los hermanos están tan profundamente entrelazados que se convierte en hermana y madre para todos: “madre” porque ella hace suo el problema de los otros, “madre” porque sabe escuchar las voces de los hermanos de su tiempo y de los que se acercan.
Profesora del espíritu del Instituto, caracterizada por el fuego del amor para el cual se dibuja continuamente, Teresa conduce y conduce todo y todos al Corazón de Jesús, porque precisamente el Corazón?
Biblicamente la palabra corazón dice la profundidad, la intimidad de la persona, un lugar donde todos los sentimientos de la persona nacen. En el Corazón de Jesús, el amor nace y se expresa al Padre, a sí mismo y a sus hermanos y hermanas. Para esta fuente inagotable, las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús son invitadas a dibujar “la caridad ejemplar” para dar un regalo a un mundo que vive en muchos aspectos sin amor. Sugiere una de las hermanas:
– la más pura caridad que “no tiene visión sino para la gloria de Dios”
– caridad universal que “no excluye a una persona, sino que acoge a todos”
– caridad generosa que de nada “se asombra ante la adversidad”.
Por su propia naturaleza, Teresa acoge a Dios una prueba interior muy difícil que San Juan Pablo II definió el día de la canonización de la siguiente manera: “Para ella, Dios se reveló como una presencia misteriosa ante la cual debemos inclinarnos con profunda humildad. “A la acción del Espíritu, Teresa vivió la experiencia mística particular” de la ausencia de Dios. “Sólo una fe inquebrantable le impidió perder la confianza en este Padre misericordioso y providente, que la puso a prueba.” En los escritos espirituales dejados a la Congregación Él desborda las riquezas misteriosas de su alma y su experiencia como luz para seguir la gracia adonde Dios quiere.
Pensamiento educativo
Teresa considera la misión apostólica y en particular el aspecto educativo-formativo como un “ministerio muy alto y divino”, por lo que su enseñanza pedagógica brota de la visión cristiana de la vida, en el ejercicio cotidiano de la fe, esperanza y caridad y organizado en el método preventivo descrito en los Libros de los Deberes (1844) en el cual la persona es ayudada en su crecimiento, teniendo en cuenta su camino particular y personal hacia ese proyecto de maravillas que el Creador pensó para ella, dándoles “regalos de naturaleza y gracia” y anticipando una visión integral y moderna de la educación.
El contacto con las necesidades que su peregrinación de la caridad alcanza en varios lugares en Italia, insta a Teresa y a sus compañeras a iniciar nuevas iniciativas y estrategias para resolver las situaciones trágicas de menores (huérfanos) y hasta adultos (soldados heridos o que ya están muriendo), en el sufrimiento material, moral y afectivo debido a las consecuencias de las guerras y de la miseria de principios del siglo XVIII.
Es iluminador el tríptico para el educador/educadora:
- “persuadir a los jóvenes de que nada es peor que el egoísmo”;
- “hagales escapar de la ociosidad y que amen el trabajo”;
- “dia mano al interior”,
líneas que subrayan cómo el amor, la laboriosidad y los valores interiores son los pilares de una vida construida, capaces de generar serenidad para sí y para los demás.
La atención de Teresa es particularmente orientada hacia la figura del educador, que desea como testigo antes de ser profesor de valores humanos y cristianos: no es educado con palabras, es educado con el ejemplo de una vida vivida; educa amando, pues cuenta el estilo de la persona.
Al educar “no se debe partir de los pies sino de la cabeza”, percibiendo con gran novedad para su tiempo que educación y cultura no son un accesorio, sino “herramientas” necesarias de liberación y progreso para la mujer que va preparada desde pequeña para dar lo mejor de sí en la vida. “Cultive la mente y el corazón” de sus jóvenes mujeres, es decir, cuidando la educación integral, el crecimiento interior, la educación de los sentimientos y de la voluntad, para que las jóvenes y los jóvenes puedan alcanzar plenamente su identidad. “Formate” – dice ella – personas “libres, dilatadas y sueltas”.
Teresa Verzeri, en su experiencia de promoción y evangelización humana, era una mujer multifacética: fuerte y tierna, dinámica y contemplativa, enraizada en la tradición y abierta a la modernidad, capaz de combinar las diferentes riquezas de la existencia femenina y sobre todo hablar hasta hoy para jóvenes, educadores, consagrados, a la familia, a todos.
El patrimonio que ella ha dejado para la Congregación es ahora compartido en Europa, América, Asia y África por las religiosas y laicos que, en varios niveles, hacen posible ese modelo de dedicación evangélica y testimonio confiable a aquellos que colocaron la caridad como primacía de la propia vida.