Espiritualidad y carisma

Como recordado por el Documento Eclesial Mutuae Relationes al n.11 il “carisma de los fundadores” (ET 11) se revela como una experiencia del Espíritu transmitida a sus discípulos para ser vivida por ellos, guardada, profundizada y constantemente desarrollada en armonía con el cuerpo de Cristo en constante crecimiento “.

El Carisma y la espiritualidad de la Congregación nos dejó como un legado de nuestros Fundadores con una connotación cristológica y cristocéntrica muy clara:

“A deseo todas llena y rebalsante del espíritu del Santísimo Corazón de Jesús, del que sois hija amada. Este espíritu debe desear con el mayor movimiento de su alma, para logro y crecimiento de este usted debe esperar continuamente: este espíritu es el espíritu de su Instituto, es lo que Dios desea y desea de usted. Su santificación consiste en invertir a sí misma e imbuirlo con sentimientos del más dulce Corazón de Jesús. Usted debe pensar como Él, amar como Él, sufrir como Él, ser como Él humilde, tierno, compasivo y condescendiente. Usted debe gustar y no tengas otro principio en todas sus acciones que el amor de Dios, ninguna otra regla más allá de la voluntad divina, ningún otro fin más allá de la gloria de Dios. Debe gustarle que Él siempre la considere como una carne vendida por el honor de Dios y para el bien espiritual y corporal de sus vecinos … “(Monseñor Giuseppe Benaglio, 1834)

“Jesucristo sea el único libro en el que estudiamos la santidad … Sí, sí, estudia Jesucristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida … Jesucristo, que es la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo … Jesucristo que las escogió para sus esposas… Jesucristo que hizo el precioso don de su Corazón para vos y para su Instituto, porque, para que no de otro aprendieras la santidad, cuando es Él la verdadera fuente inagotable de la santidad. El camino è marcado… è espinso, pero es seguro… es empinado e ingrime, pero conduce a la meta. No será conforme las ideas que vamos formando por efecto de la nuestra imaginación, pero si es conforme a las ideas de la mente infinita de Dios”.

(S. Teresa Verzeri, 1844).

 

La invitación que se hace a aquellos que emprenden el camino de esa espiritualidad es el de la caridad:

“Las Hijas del Sagrado Corazón, como las que extraen su caridad de la propia fuente del amor, es decir, del Corazón de Jesucristo, deben incendiarse por el próximo de la misma caridad de aquel Corazón divino. La más pura caridad que no vió sino la gloria de Dios y el bien de las almas: la caridad universal que no excluye a una persona, sino que acoge a todos: caridad generosa que no se pierde por el sufrimiento, no se asombra por la contradicción, no se cansa de retraso, sino más bien en el sufrimiento en la oposición, en el atraso, crece en fuerza y vence con paciencia”. (S. Teresa Verzeri, 1844)

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